Soy Lucia y toda mi vida se ha basado en tener un buen físico y vestirme bien, por lo que me gustan los hombres que lucen bien y que son guapos, me encantan los güeros de ojos claros. Tengo un cabello inolvidable y siempre uso de los mejores perfumes del mundo. No intentes acercarte a mí si al menos no te has bañado.
Ayer en mi escuela, la UNITEC, me volví a encontrar con un chavo guapísimo, desde el inicio escolar le he traigo muchas ganas. Yo iba saliendo de mi clase de educación física, ósea, llevaba mi short ese que me encanta porque presume mis hermosas piernas (sí, creo que no soy modesta) y deja a la imaginación muchas cosas a todos los niños de mi school. Él traía una mirada increíble, se me acercó y ¡uy!, su olor me prendía mil: ¡me lo quería comer enterito!
Jamás nos habíamos acercado tanto, ni siquiera hablado, pero ayer fue un momento en que tuve muchas ganas de invitarlo a mi casa después de terminar nuestras clases, aprovecharía que mis padres se fueron a desayunar Francia: los pobres tenían ganas de comer allá, son igual de caprichosos que yo, ¡ash!. Mi hogar estaría libre al menos por dos días, mi cuarto y mi enorme casa serán ideales para cumplir mis mayores fantasías con ese chico.
Él me contesto que debía pensarlo antes de hacerlo, ya que podía llevarme una enorme decepción. No le creía y le dije que no se pusiera de lokito, que haga lo que siente el corazón. Él se rió y me dijo "no te creas todo lo que ves". Me sedujo misterio, su seguridad y su mirada. Mis hormonas nunca estuvieran tan excitadas como ese día.
Llegamos a mi casa y traía unas flores, me trajo unos deliciosos chocolates y un lápiz con bordes de oro con uno de mis animales favoritos: los flamenco. Me encantó su detalle y lo invite a mi alberca, me contesto que no se había preparado, "no necesitamos prepararnos para meternos al agua" le respondí...
Piezas fuera del tablero |
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