Volteo a la parada del autobús. Ordenan y se burlan de la poca capacidad de ellos. Están con sus camisas blancas y pantalones negros. Algunos botones desabrochados por la enorme satisfacción alimenticia llevada en mal estado y en exceso. Mirada delata poca vitalidad, pero agilidad para superar su ambiente. Son dueños de las calles y avenidas, aunque no sean dueños de lo que utilizan para transportar a la gente. Van celebrando la superioridad que inevitablemente será por siempre, son reyes de lo que finge su entorno.
Ellos, sin embargo, a penas saben que viven. Consiguen caminar con poca estabilidad. Tiemblan y se llevan a la boca un pedazo de algodón lleno de thiner. Respiran y succionan la vida que quieren tener, que no pueden tener. Su ropa está mal gastada. Su piel morena y deteriorada por el sol y por la poca higiene. Mañana será otro día, y otro, y otro, no importa, los días para ellos no existen.
Ellos manifiestan su poder sobre los otros, pero ellos, no saben que existen.
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