Sí, ciertamente, es más fácil dar consejos que tomarlos; y mucho más fácil es opinar, qué deben hacer los demás para mejorar sus vidas en lugar de ponerse a trabajar en sus propias vidas.
Me gusta mucho el pensamiento de que nuestra existencía es como un juego de ajedrez, uno está jugándose la partida contra la vida; alrededor del tablero los espectadores, los que no tienen carga y ningún sentimiento encontrado con sus piezas y posiciones, están ahí, opinando, prejuiciando; emitiendo aseveraciones que según ellos, son las mejores, las más eficaces, las que resolverían el juego a favor.
¿A quién hacerle caso?
Creo que todo se basa en los triunfos que la persona tiene al respecto del tema que opina, es decir, si estamos llenos de amor y gozo, no hay que prestar atención a los solitarios y desdichados que aconsejan como manejar nuestra vida; así de la misma manera, si nuestra vida es rica y abundante, no escuchar a quien sea pobre y lleno de deudas.
Muy a menudo, son nuestros conocidos los que tratan de decirnos cómo hacerlo. Vienen de un lugar lleno de cargas, durezas y mísera; y luego tratan de decirnos cómo manejar nuestra vida.
¡Prestad atención a los que prediquen con el ejemplo!
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